lunes, 26 de septiembre de 2016

Macrismo: 2017, ¿rebote? y economía ornitológica

De lo realizado por el macrismo en el área económica, mucho es fundamentalismo liberal y bastante inocencia juvenil. You can't see with the sun in your eyes, cantaba Stereophonics. La baja de retenciones al agro puede conjugar ambas caracterizaciones, ya que no sólo se trata de una transferencia fenomenal en la distribución de la torta sino que esperaban, cándidos, que los agroexportadores les aportaran dólares rápido para bancar la salida del cepo y los primeros tiempos de ajuste. Pero es historia conocida, y acá pretendemos avistar la historia que el macrismo piensa escribir en estos tiempos venideros, marketineros y con escaso eros (excepto que seas de los que pueden dolarizarse).

Macri y su equipo económico pretendían imponer la mayor carga del ajuste que están realizando (sí, ok, están incrementando el déficit, pero si hay transferencia regresiva de recursos, fuga, caída de actividad, de poder adquisitivo y consumo, ¿cómo le dicen ustedes?) para este año. Las protestas por los tarifazos y la CSJ le pusieron un límite, pero la recesión que proyectaron —y a la que ya arribamos— es el ancla simple con la que pretenden frenar el incremento inflacionario provocado por sus medidas iniciales. No parece un panorama alentador para las próximas legislativas, ¿pero acaso la judicialización de la política les alcanzaría para obtener un resultado decoroso en 2017? No: pretendían descargar el ajuste ahora para “rebotar" en el próximo año electoral. Está explícito en este texto de Luciano Cohan, un economista cercano al macrismo, cuyo título optimista reza “¿Por qué vamos a crecer?":

«...Creo que Argentina volverá a crecer, y que pasará pronto. Este optimismo, que decae a medida que alargamos el horizonte y pensamos en el mediano y largo plazo, tiene su origen en un doble diagnóstico de la situación económica argentina (...) La primera parte es que creo que detrás el estancamiento del último tercio del kirchnerismo no había un problema de demanda, sino de oferta (...) La producción argentina no pudo seguirle el ritmo a los agónicos cartuchos de demanda que el gobierno derrochaba en apuntalar la actividad (...) Esta situación se complementa con la segunda parte del diagnóstico. Creo que la contracción de 2016 es principalmente un problema de demanda: el impacto contractivo de corto plazo del combo de políticas implementadas desde diciembre (...) concentrar los costos al inicio fue una decisión estratégica que tomó una dinámica que era esperable que tomara. La recesión de 2016 se explica, entonces, por un shock negativo de demanda. Devaluación, suba de tarifas, combustibles y tasas y liberación de precios reprimidos golpeo la capacidad de compra de los salarios. El ajuste fiscal del primer semestre, principalmente en obra pública, afectó la inversión y la política monetaria contractiva, inevitable tras la salida del cepo, hizo su aporte restringiendo la liquidez...».

Luego apunta que, según su visión, «...el shock negativo de demanda ha comenzado a revertirse (y) el país experimenta, desde fines del año pasado, un brutal shock positivo de oferta (...) en 2017 ambos efectos jugarán en el mismo sentido y es muy probable que el país vuelva a crecer. A partir de allí, sin embargo, y agotado el transitorio efecto rebote de la demanda, el país entrará en el mas viscoso terreno del mediano plazo, cuando deberán enfrentarse tensiones de difícil resolución...».

La esperanza del gobierno para enfrentarlas —dice—, es «...la inversión (...) El crecimiento en el mediano plazo - digamos, en la segunda mitad del gobierno de Macri - dependerá, como diría Keynes, de los animals spirits, de la percepción de que el crecimiento será sostenido y que vale la pena hundir capital en infraestructura, comunicaciones, en construcción privada, inversión petrolera, minera o agrícola, en maquinaria industrial, en soft, etc. La estrategia del gobierno es ambiciosa pero arriesgada, en tanto la última ancla es la propia confianza en su éxito...».

¿Estoy de acuerdo con todo lo que dice? No, con la mayoría no. Por ejemplo, no creo que el impacto contractivo de las medidas tomadas desde diciembre sea de corto plazo. Pero bien leído el texto confirma lo que podía presumirse y lo que sostenemos aquí desde febrero: 1) querían ajustar para “rebotar" y 2) las posibilidades de “inversiones" están atadas a la percepción de que el macrismo no será efímero. Dicho de otro modo: que puede ganar (o, de mínima, no perder feo) en 2017, para profundizar entonces sus políticas de cara a 2019 con la posibilidad de reelección o continuidad (¿vía Vidal?) abierta.

La esperanza del macrismo se basa entonces en la esperanza misma. No es un buen plan, si me preguntan. Menos si ese deseo es el de una economía ornitológica, puesto que ¿quiénes podrían “invertir" sino capitales golondrina en bicicleta financiera y buitres en la generación de más deuda? Esto dejando de lado: a) un mundo que busca colocar antes que tomar producción; b) el mayor incremento del déficit que querrán hacer vía el denostado populismo —o “gasto electoral" (que podemos inferir se destinará fundamentalmente a CABA, PBA, Sta. Fe, Córdoba, Mendoza y posiblemente Jujuy)— en contra de las recomendaciones que hará el FMI; c) la necesidad de nueva(s) devaluación(es) por atraso cambiario, d) la profundización del círculo vicioso recesivo en el que nos introdujeron y e) que están consumiendo rápidamente la soga que dejó la “pesada herencia" en la relación deuda/pbi.

Pero más allá del voluntarismo liberal y de clase (considerando también las posibilidades, por ahora menores, de que la economía se les escape de las manos), un rebote ayudado por una inyección de populismo en los distritos mencionados no puede ser descartado. Menos aún un amesetamiento en la caída que sea interpretado como una nueva normalidad: la naturalización de la intemperie al decir de Semán. Se tratan de escenarios que el peronismo deberá considerar para analizar el minué electoral. En definitiva, si bien en su relato predominante el kirchnerismo pretende situar al macrismo en el año 2000/2001 de la Alianza —y hasta el peronismo ortodoxo avienta el fantasma del helicóptero—, las condiciones posicionan a Macri más cerca de algunos momentos del menemismo (quizás a una velocidad mayor de deterioro). De este modo, pronosticar catástrofes que no ocurrirán mientras el oficialismo pueda apelar al endeudamiento o regular el ajuste sólo redundaría en beneficio del elenco gobernante. Hay que buscar otra vuelta de tuerca para criticar a un gobierno que pugna por desempleo, flexibilización, salarios más bajos y economía financiera pero que no colapsará en el corto o mediano plazo.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Educando en economía a Mauricio

Pronto estará el FMI por estas pampas, bosques subtropicales, mesetas y etc., y ya podemos adivinar algunas de sus recomendaciones: ajuste fiscal, mayor apertura, restricción de la emisión monetaria, más cierre de programas sociales y todo lo que recuerden de sus incursiones noventadosmilistas. Si algo hay que agradecerles es la educación que nos dieron. Si la letra, con sangre, entra, estos muchachos nos aleccionaron muy bien acerca de las políticas neoliberales y sus desastrosas consecuencias.

No es raro leer en Twitter a José Luis Espert puteando por el incremento del déficit fiscal macrista o otros muchachos liberales prêt-à-porter quejándose por la debilidad macrista para meter el cuchillo hasta el hueso en el ajuste. Por suerte, a veces tuiter nos trae algo de racionalidad y fue el tucumano @chichonapoleon quien nos recordó este artículo del ultra kirchnerista Paul Krugman, mofándose de economistas/profetas del ajuste. El editorial se refiere al famoso paper de los harvardistas Reinhart (que no es Django) y Rogoff, quienes, en tiempos de crisis de deuda, recomendaban como mandatorio la austeridad fiscal. La nota es de 2013 y fácil de leer, pero recuperamos este pequeño párrafo, por si Mauricio quiere —no creemos, válgame Dios, ¿qué diría el mundo?— rebatir algunas de las recomendaciones que traerán ya en carpeta los muchachos del FMI:

«...So the Reinhart-Rogoff fiasco needs to be seen in the broader context of austerity mania: the obviously intense desire of policy makers, politicians and pundits across the Western world to turn their backs on the unemployed and instead use the economic crisis as an excuse to slash social programs...»

“...El fiasco de Reinhart-Rogoff debe ser visto en el contexto más amplio de la manía por la austeridad: el intenso deseo de los hacedores de políticas, políticos y expertos del mundo occidental por darle la espalda al desempleo y, en cambio, utilizar a las crisis económicas como excusa para recortar programas sociales...".

Evidentemente, a la traducción la hizo tu vieja cuando le estaban dando matraca. Tal cual hará el FMI, nuevamente y con auspicio del macrismo, con todos nosotros. Eso y no otra cosa, votamos.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Subrrepresentame esta, Fidanza

El título no es, de modo alguno, una falta de respeto para casi el último de los analistas republicanos que pueden ser leídos y debatidos. Señala Eduardo F. en LA NACION: “...la coalición de gobierno debe trazar bien la estrategia si quiere que su proyecto dure ocho años. No resultará fácil. El peronismo ya posee una figura fuerte, que es Sergio Massa, un dirigente hecho, como Néstor Kirchner, para remontar sin prejuicios una eventual desilusión social...". Evidentemente se trata de: a) una expresión de deseos o, b) la convicción de que la política se hace únicamente desde los medios porteños.

Valga entonces el recuerdo sobrerrepresentado (aunque Tucumán está sub): Menem era riojano y le ganó a Cafiero. Kirchner, de Santa Cruz. Puesto en términos políticos, tenés que tener al PJ-PBA para llegar (o PBA, como demostraron 2015, Macri y Vidal), pero no es mandatario “ser" el PJ-PBA. Ahí están Duhalde y Scioli para comprobarlo. Es una simplificación, claro, ya que fue PBA quien determinó que fuera Kirchner y no un Menem que, en 2003, ganó en el NOA y NEA.

Quizás allí residan algunas de las razones que llevaron a Massa a “apurar" el salto de un municipio rico a Nación sin electrocurarse con la gobernación bonaerense.

Volvamos a Fidanza antes de ahondar en lo anterior. No se equivoca cuando apunta: “...Los condicionantes estructurales no prescriben. Podrían, sin pretender agotar el tema, enumerárselos así: primero, el peronismo es la fuerza dominante del sistema; segundo, un gobierno no peronista resulta la excepción y, sin mayorías legislativas y con economía en retroceso, es débil; tercero, si el peronismo está dividido, esa debilidad se matiza pero no desaparece; cuarto, una mejora de la economía debería fortalecer al Gobierno; y quinto, el peronismo en el llano termina reorganizándose en torno a la figura más fuerte, si la posee...".

Puesto así, parece bastante simple el peronismo: “¿quién mide? Vamos con él". Cuando pensó así, y resolvió la superestructura (el PJ-PBA como uno de sus mayores órganos representantes), perdió con Duhalde y Scioli. El primero “era" el peronismo bonaerense y el segundo fue quien el peronismo de la Provincia, en mayor medida, seleccionó dadas las condiciones. Y este último apunte nos parece fundamental: son las condiciones las que mejor explican algunos procesos, y leerlas es el trabajo de quien pretenda conducir.

Pero, Eduardo, Fidanza querido (?), Menem y Kirchner no lideraron al peronismo sino cuando arribaron a Casa Rosada. Antes fueron contendientes y apuestas de sectores del peronismo, bonaerense y nacional. Massa y Cristina lo saben, y como alas derecha/posmoderna e izquierda/moderna, cotejan por el centro y cetro peronista, que aún en tiempos de liquidez pospartidaria son necesarios para arrimar la bocha. De todos modos, siempre existe la “amenaza" que genera terror en el republicanismo, expresada en forma acabada por Prat Gay: “...cada diez años nos dejamos cooptar por un caudillo que viene del Norte, del Sur, no importa de dónde viene, pero de provincias con muy pocos habitantes, con un currículum prácticamente desconocido...".