martes, 28 de enero de 2014

Culpar a los poderes concentrados (Shell + bancos) por la devaluación es tan pobre como que Bianchi intente explicar la derrota frente a River en la maldad de Lanzini y Menseguez por intentar constantemente vulnerar el arco de Boca

No solemos apelar a títulos tan largos por estos lares, pero la figura literario/futbolística me pareció acertada y simpática. Algo tan bueno no puede pertenecerme, es propiedad intelectual (y no cobra derechos) del Capitán Medibacha, habitual y agudo comentarista. Decía algo similar en el posteo en el que la grabó para la posteridad (!), criticando la pobre respuesta del oficialismo al momento de producirse el salto devaluatorio (el incremento porcentual de la tasa de depreciación cambiaria, podría decir Jorge Milton). No sólo en lo que a argumentos refiere, sino fundamentalmente en lo equivocado –a mi entender– del approach comunicacional, el mismo latiguillo al que se acude cansadoramente desde 2008. No deja de tener, por supuesto, mucho de verdad, pero no agregar nada nuevo a lo que la población, en su mayoría, sabe que dirá el oficialismo; es ahí adonde pierde potencia y efectividad la palabra oficial. Señaló también el Capitán: “si tenemos bien en claro que ese 1% de argentinos que tiene el 60% de las riquezas del país desde siempre utiliza todo su poder económicos y político destituyente para poner palos en la rueda, ¿para qué perder el tiempo en sorprendernos y escandalizarnos por lo que hacen una vez más? (…) Desde este punto de vista, el reportaje a Kicillof en Pág. 12 y anoche en 678 me dejó muy preocupado”. Amén. Yo sumo la intervención de Federico Bernal en 678 el viernes, cuando el hash propuesto era #EspeculadoresContraElPais. Hablaba, Federico Bernal, de la revolucionario del kirchnerismo, de expulsar del país al CEO de la Shell y que YPF se hiciera cargo de no recuerdo qué con respecto a la política agraria (como si Galluccio no tuviera suficientes problemas ya). Recuerdo haber preguntado en twitter si @FBernalH se hace o es maximalista, ya que ninguna de sus propuestas resultan prácticas o realizables. Fueron pour la gallerie (aunque lo preocupante es que parecen creerlo posible). Es que, hay que decirlo, existe un sector del kirchnerismo que se ha troskizado en época de vacas flacas. Bah, existen dos sectores dentro de la militancia: 1. el de ex-kirchneristas que se troskizaron para justificar su alejamiento (o que se alejaron porque se troskizaron, da igual a los propósitos de este post) y 2. el de kirchneristas que se troskizan para no reconocer que el gobierno ya no sólo se ha peronizado sino que está realizando un giro neo-ortodoxo (y escribo “neo” porque, como dice Garpani, seamos buenos entre nosotros).

Sentenciemos inapelablemente algo antes de continuar: no podemos hablar de un kirchnerismo revolucionario justo cuando se ensayan medidas ortodoxas para controlar algunas variables como inflación, brecha cambiaria o competitividad y que repercutirán en precios y salarios (el objetivo de cualquier devaluación ortodoxa). Además, es una falta de respeto para cualquier revolución que se precie, que debe proveer al suelo de la patria de algunos hectolitros de sangre derramada y contener un sujeto revolucionario armado (y no con balas de tinta), una masa crítica en lo que a capital político se refiere y un claro objetivo de corto plazo. La reforma agraria, pongamoslé, o arrebatarle los dólares a los bancos uruguayos. O aunque más no sea nacionalizar a Natalia Oreiro. Celebrar la valentía de tomar medidas antipopulares, además, es un reflejo del accionar de los grandes medios para cubrir a gobiernos que los representan. No como éste que, antes que representarlos, busca hoy pactar un nuevo punto de equilibrio a partir del cual recuperar márgenes de acción. Uno confía en que sea en orden de volver a permitir un nuevo ciclo de crecimiento virtuoso. Listo, sigamos.

Iba a citar, respecto a comunicación, este post de #BASAT, “La importancia de comunicar bien”, pero ya Abel Fernández se me adelantó. Entonces cito lo contrario, las declaraciones de Kicillof el domingo en Página/12: “…cuando uno analiza la historia de las corridas cambiarias en la Argentina, lo primero que observa es que son provocadas por un aparato desinformativo que genera un clima donde sería aconsejable para todo el mundo ir a sacar los depósitos de los bancos y comprar dólares...”. Sirva este ejemplo para todo lo que señalábamos arriba como inconveniente en términos de comunicación, apta para el consumo de los propios, convencidos, pero no para ampliar el marco de apoyos en la sociedad (ya que no puede, el kirchnerismo, ampliar de aquí en más el sistema de apoyos políticos en los cuales se recuesta –un buen análisis de Sergio de Piero respecto a los apoyos, acá–), o aún el marco de comprensión, que genera también un colchón a la espera de resultados. Puede aplicarse a las intervenciones de Fraschina ayer en Intratables. Debería entonces el oficialismo preocuparse menos por responder o desmontar operaciones mediáticas opositoras y comunicar mejor cuáles son los objetivos de las medidas que se vienen tomando y tomarán, y cuáles serán las posibles turbulencias (ahí señalar a los poderes económicos). Si Cristina dio entrevistas a Brienza y Rial, Twitter no bastaba por entonces. ¿Por qué no sentarse en este momento con algún periodista económico (Gustavo Sylvestre se me ocurre ahora, con una posición equilibrada) y explicar el por qué del cepo al dólar allá por 2011, de la devaluación solapada y del reciente salto que experimentó? Reconocer que a la luz de los actuales acontecimientos puede haberse perdido algo de tiempo pero qué se buscaba y que pretendía evitarse. Son pocos los expertos en economía, pero la sociedad sabe reconocer bien cuando le dicen la verdad o, por lo menos, cuando le explican cuál es la verdad relativa en la que uno se apoya para actuar. La presencia, en las malas, siempre es valorada. La ausencia nunca.

* Hay una cuestión más, en todo este tema devaluatorio y dolarero, que hace a la comprensión netamente política del asunto y a las responsabilidades del oficialismo. Probablemente escribamos algo más adelante. Entiéndase este post, entonces, como la de cal…

viernes, 24 de enero de 2014

Dólar, devaluación y cepo

Si uno de los objetivos de la más reciente política económica era cerrar la brecha cambiaria, se están acercando. ¿Es esto bueno? Y... sí y no. Y así me aproximo a muchas de las respuestas a las preguntas que se están formulando. Sí, porque se busca recomponer algunas cuestiones de la macro. No, por las posibles repercusiones en la micro, o dicho de otro modo: en los bolsillos que van al súper. Respecto al anterior, era lógico que lo siguiente fuera descomprimir el cepo cambiario, autorizándose la compra para ahorro, previo chequeo de la capacidad de adquisición por parte de la AFIP. Un retorno al primer cepo, el de 2011.

El cómo seguirá es una incógnita, y no creo que se despejen dudas debido a que el abandono de la tablita (la devaluación gradual, sostenida y más o menos previsible) tiene como objetivo morigerar las expectativas del sector agropecuario y llevarlo a liquidar lo que tiene retenido (justamente a la espera de esto que está ocurriendo). Había que pasar el verano, decían: se busca así apurar la llegada del otoño. Recomiendo a propósito de este objetivo dos posteos que me parecieron atendibles y realistas: el del blog Economista Serial Crónico y el Lucas Llach, que dice por ejemplo “¿No pedían devaluación los amigos del capital como Sturzenegger y otros conspiradores de Magnetto & co.? ¿No se quejaban de la competitividad de las economías regionales, opositores del Interior? Bueno, ahí tienen". Otro sí, esto favorece hoy más a los productores que a las exportadoras.

Antes de mi evaluación política, las repercusiones en el arco politizado: a) el kirchnerismo emocional focalizó la culpa en la Shell, que habría operado sobre el mercado con una cantidad ínfima (1.5 o 6 millones). La excusa es pobrísima y patética, pero el razonamiento general es acertado: ha sido el Mercado (no en un día sino desde hace mucho, y ni por asomo sólo la Shell) el que consiguió operar exitosamente, desarrollando las condiciones para la casi inevitabilidad de los hechos convalidados por el oficialismo; b) los que ayer pedían devaluación y hoy la critican, señalando al oficialismo como único culpable y c) los superados que se mofaron de la triste simplificación conspiranoica de los K emocionales y también de la vulgaridad e hipocresía opositora. No deben vivir en Argentina o estar lo suficientemente tranquilos de que tienen espaldas para bancar cualquier circunstancia.

Mi evaluación será una repetición de argumentos ya emitidos en este blog para quienes me leen consecuentemente: existió un voluntarismo excesivo por parte del oficialismo, quien pensó que algunas soluciones a las tensiones acumuladas por la economía (el modelo, sí, pero inserto, recordemos, en nuestra estructura productiva) podían ser sólo de orden político y basadas en el supuesto músculo que provee un 54%. El voluntarismo ha sido abandonado, y pueden criticar que apelo al diario del lunes para esta evaluación, pero este martes recordaba acá cómo antes había señalado la necesidad de hacer de la gestión económica la base del despliegue político y que no fuera al revés.

Podemos concluir que se perdió tiempo precioso y, aunque es hacer historia contrafáctica, no es descabellado pensar que estas medidas podrían haber sido tomadas antes pagando más costos políticos que económicos. Ahora se pagarán de los dos y por igual. Queda esperar entonces que en esta estrategia de soluciones en varios frentes (al modo de una terapia combinada, que busca conjugar eficacia con menores reacciones adversas), el oficialismo encuentre los modos para ejercitar su acostumbrada sensibilidad social, minimizando el impacto de los acontecimientos sucedidos y por venir sobre los sectores populares.

jueves, 23 de enero de 2014

Los límites del liberalismo en Argentina: plan Progresar y que Pagni me siga robando

El plan presentado ayer por Cristina, Progresar, es en sí mismo un claro exponente de cuáles son los límites para el liberalismo económico más puro en nuestro país. Se trata, el programa, de una medida típicamente kirchnerista: una transferencia directa que tiene a la educación y al consumo en su horizonte, mediato e inmediato respectivamente. Y decimos que es representante fiel de alguno de los límites que nuestra sociedad traza para el liberalismo que nos condujo a 2001 porque, quedó claro, no fue rechazado seriamente (ni puede serlo) por nadie con aspiraciones políticas grandes a futuro. Será, además, como la AUH, una de las medidas que sobrevivirán a este gobierno, sea cual fuere el signo del que lo suceda.

Podemos argumentar que llega tarde, que no representa un gran monto cuando el costo para estudiar no es poco, pero debemos señalar que focaliza sobre los jóvenes NiNi (una deuda) y, además, es una clara opción por la educación pública, cuando gobiernos de distina orientación, como el PRO en la CABA, hace lo posible por derivar alumnos hacia el sector de la educación privada (convengamos, la educación pública de calidad es una deuda también de estos gobiernos kirchneristas, que incrementaron el presupuesto, construyeron escuelas y universidades pero la educación estatal, básica, sigue siendo una opción, mayormente, de descarte). Pero dejemos el análisis del plan de lado y tomemos la implicancia de este tipo de medidas en lo que respecta a las posibilidades de un retorno del neoliberalismo rancio a estas pampas, quebradas y montes autóctonos y folclóricos. Por caso, han sido muy comentadas las sucesivas notas que el Wall Street Journal dedicó recientemente a Latinoamérica y Argentina, bajo la premisa de que el estatismo es malo y la liberalización de los mercados lo que permite que los países alineados en el Acuerdo del Pacífico crezcan a tasas mayores que los que miran hacia el Atlántico, mercosureños y malos (habíamos abordado antes aquí el interés geopolítico de la división en dos que EE.UU. plantea para LA). A lo anterior podríamos engarzar la muy interesante entrevista que la revista Crisis sostuvo con Carlos Pagni, autodefinido como liberal y, finalmente, algo de lo que debatíamos en posteos anteriores respecto a los límites que se imponen respectivamente democracia y capitalismo en un mundo occidental y globalizado. Ambicioso, ¿eh? Demasiado hasta para este humilde blog narcisista.

Vamos con Pagni, que enhebra algunas reflexiones atendibles cuando señala la defección del radicalismo a partir de 2001 como uno de los datos centrales de estos tiempos kirchneristas. No señala, claro, las responsabilidades del liberalismo que defiende en la generación de aquella crisis (o su responsabilidad en la generación de la crisis de las subprime en 2008, por decir algo más). También es lúcida su advertencia respecto a lo que vendrá luego del kirchnerismo: "Yo no tengo la idea de que, porque se termina el ciclo de Cristina, la democracia mejora. Es más, mi hipótesis hoy es que nos reencontramos con las viejas lacras anteriores a la emergencia del kirchnerismo. Volvemos al 2002, si querés". No es gracioso de todos modos (aunque sí halaga) cuando el analista de LA NACION nos roba impunemente al mencionar los que considera los datos segundo y tercero entregados por la elección del 27 de octubre: acá señalamos antes la posibilidad que el resultado electoral implicaba para las opciones no peronistas (y fundamentalmente para la opción ucr-fapista) y las dudas que sostenemos respecto a las posibilidades de Sergio Massa por fuera del peronismo, peleando por el espacio republicano. No importa: Pagni ya nos robó antes (saludá, Carlos).

¿Y el Wall Street Journal? El liberalismo como espacio para el desarrollo de las tendencias "innatas" o "congénitas" (¿sí, en serio? En fin) del ser humano. Hay que reconocer que esa afirmación, iusnaturalista, constituye la base de un relato con bastante aceptación. Y la rueda que hace girar actualmente al mundo. De todos modos el estatismo, como polo opuesto al libremercadismo ficticio -cuando no directamente hipócrita-, constituye el principal pecado que le achaca el WSJ a los países que no bañan sus costas en el Pacífico y desestiman TLCs con los EE.UU. Nuestro país, aún si mirara hacia China desde sus playas, vería con gran dificultad, debido a su historia, adoptar nuevamente a rajatabla los preceptos que el mercado demanda para que una economía sea considerada moderna y atractiva (no para enamorarse y contraer matrimonio, ojo, sino para simplemente prostituirla, mujerzuela atorranta). A continuación, entonces, ya que la disputa planteada no puede sino continuar siendo estado vs. mercado (aún cuando Argentina reniega del segundo en el discurso pero no en los papeles -y lo hace, a regañadientes, cada vez menos; es decir, es un debate de grados-), algunos de los que consideramos límites para el retorno de un liberalismo salvaje a nuestras tierras pampeanas, ricas, con retenciones intervencionistas y medidas típicamente populistas:

1. La memoria de la crisis causada por el modelo neoliberal. Y la repercusión que ello ocasionó al sistema político todo.

2. El estatismo no sólo no está mal visto por la ciudadanía, sino que es apreciado (Lapop 2010, Vanderbilt, EE.UU.). Mucho más en algunos sectores determinados. Educación, como ejemplo más reciente. Salud. Reformas liberales sobre estos sectores, del calibre de las que se dieron durante el menemismo, enfrentarían protestas que no serían tales en otros países. ¿Quién se animaría a proponer nuevamente abolir la Universidad pública y gratuita luego de lo que ocurre en Chile? Son, claro, oportunidades de negocios perdidas, pero también menores márgenes de influencia: pensemos en las grandes universidades privadas norteamericanas y sus contribuciones a la formación de cuadros políticos que arriban luego al poder formal. Cavallo, por ejemplo.

3. La conciencia de que liberalismo a ultranza es rapiñaje que alguna parte de la población y de la clase política poseen.

4. Pueden liberalizar y pensar que así les irá bien países que estén transitando una cierta hoja de ruta y que no posean aún una estructura productiva relativamente asentada (lo que no significa suficiente o eficiente, sino establecida). El caso de nuestro país durante los años '90, cuando se destruyó el Estado en base al rapiñaje de las empresas públicas y se crearon oportunidades en el área de servicios. Ni aún los más liberales en la AEA pretenden ahora la completa desregulación porque les propondría competencias externas imposibles de empardar. Preguntar por China a nuestro empresariado prebendario estatal. No, quieren liberalización hasta ahí, para aprovechar aún más posiciones dominantes.

5. El peronismo, el sindicalismo y la contenciosidad nacional. 2001 demostró lo equivocado de olvidar la sustentabilidad política de un determinado proyecto económico. En ese sentido es muy ajustada la pregunta/respuesta que en la entrevista de Crisis le lanzan a Pagni: "Lo que incorpora el kirchnerismo es la idea de que para que el sistema sobreviva tenés que contemplar la variante de lo que pasa abajo, de esas mayorías que la alternancia de la postdictadura olvidó".

6. La imposibilidad de utilizar la represión lisa y llana como herramienta de control social último.

7. Y lo más importante: los salarios de los trabajadores, demasiado altos en términos de "competitividad" según los estándares a los que el Mercado aspira. Preguntar por Detroit. O preguntarle al doctor Grondona, si sabrá de liberalismo él (cliquear "En economía no se trata del relato", en los posteos Seleccionados a su derecha).

Para finalizar, además de marcar algunos de los límites para el retorno del neoliberalismo noventista (que, de todos modos, no resulta imposible), podemos observar actualmente algunos de los límites del modelo neodesarrollista. Y quiero aquí señalar a uno que suele ser obviado en los análisis: la demografía nacional, apta para promover el consumo, para crecer en base al mercado interno, pero no tanto así para incentivar una producción industrial que luego pueda traspasar nuestras fronteras. Para algo así se necesita más y no menos estatismo (y según @Karl__Albert, una revolución. Y sangrienta).

martes, 21 de enero de 2014

Argentina y el Club de París

Para la ortodoxia heterodoxa K (es decir, para quienes piensan que únicamente medidas heterodoxas pueden ser denominadas kirchneristas y no una traición), muchas de las últimas resoluciones en tren de implementación, en lo que respecta a deuda externa, pueden parecer capitulaciones del gobierno argentino frente a nuestros acreedores (si estuviéramos en 2011 Pino Solanas estaría recolectando algunos votos merced a su prédica de no pagar la deuda). Los conmino a abandonar el romanticismo económico. Ahora.

(...)

¿Ya lo hicieron? Ok. Recapitulemos un poco: arreglo con el CIADI, acuerdo con Repsol por la expropiación de YPF, negociaciones con el FMI por un nuevo índice de precios próximo a efectivizarse y ahora la búsqueda de un acuerdo con el Club de París. Lloren. Pero reconozcamos que se trata de una necesidad y no de una convicción de política económica. ¿Qué ocurrió hasta ahora? Poco más que una charla en la cual el equipo económico argentino presentó algunos lineamientos que el Club de París estudiará mañana sin estar obligados a una respuesta formal. Los medios antikirchneristas hablan de fracaso en la negociación, vamos entonces a los internacionales y leemos en el Wall Street Journal que la secretaria general del Club de París, Clotilde L'Angevin dijo que "Argentina presented some main principles that could serve as a basis for a repayment proposal by Argentina to the Paris Club. This meeting was an opportunity to share views and positions".

Como hay poco más que decir, aprovecho para puntualizar que en este blog ya habíamos señalado en reiteradas oportunidades la necesidad de arreglar el frente externo. Por ejemplo"...quien esto escribe cree que está llegando el momento de hacer efectiva la razón de la selección de Lorenzino al frente de Economía y arreglar con el Club de París. Claro, no significa pregonar el viva la pepa endeudatorio, sino direccionar la inversión para el desarrollo...". O también este comentario que subimos del Cap. Medibacha: "...Aseguraría estadísticas confiables en el Indec en el plazo inmediato...". Pueden dar una vuelta también por aquí: "Apuntes sobre economía política/política económica" y "En economía no se trata del relato". ¿Ortodoxia? Y sí, en política (y la economía forma parte de ella) el principismo es a veces enemigo de los resultados. De todos modos, no se tratan de soluciones mágicas, como suelen plantear los propagandistas neoliberales, sino de principios, de bases para incrementar el ingreso de divisas y frenar el drenaje de las reservas en el BCRA, con el objetivo de afrontar con tranquilidad los conflictos externos que, vale repetirlo por enésima vez, este gobierno está solucionando y no generó.

domingo, 19 de enero de 2014

Hablando de Perú pero también de Argentina

Ollanta Humala se encuentra a mitad de su mandato, lo que no significa lo mismo en Perú que en Brasil o Argentina, donde la reelección presidencial es una posibilidad (casi) siempre latente. Preguntar por EE.UU., también. El debate que esta imposibilidad peruana implica, en el anterior posteo, derivó hacia lo que una democracia representa o debería representar. Etimológicamente al pueblo, claro, pero en términos concretos cada proyecto político, sea del signo que fuere, viene acompañado de apoyos que delimitan su campo de acción y, más aún, señalan cuáles serán los lineamientos que el posible nuevo gobierno adoptará. Lo anterior en difícil. En sencillo es más o menos así: ¿a quién representás vos, que pedís el voto? O mejor: ¿cuánto vas a representar o cuánto te van a dejar representar a quienes te voten?

El advenimiento de Humala en el Perú estimuló sueños en algunos latinoamericanistas, peruanos y no peruanos. Su historia chavista, militar y nacionalista los promovía. Es más complicado su pasado político, ligado también al fujimorismo pero a ver, ¿quién no tiene pecados de juventud? Recuerden, la gallina fue primero, no así el huevo. Acá, repetimos, apostabamos a que Humala no cambiaría lineamientos que estaban dando algunos resultados. Con un país creciendo, recibiendo dólares, exportando productos primarios, aunque se modifique poco o nada el Gini, sin grandes conflictos sociales, ¿quién apostaría por un cambio abrupto? Hay que ser... poco práctico, ¿no? Naomi Klein fue muy clara: primero el shock, luego el salto al precipicio, ya justificado. Las Para Tí y las Cosmopolitan no mienten, chicas: toda crisis es una oportunidad. Excepto la crisis por mi continua pérdida de cabello. En fin, nada es para siempre. Pero retornemos.

Charlando con amigos peruanos, la mayoría apuesta por el retorno de Alan García. Mi incredulidad al respecto demostraba mi desconocimiento. Les decía: pero si se fue con una aprobación bajísima, no pudo imponer candidata y su partido se quedó sin representación en la pelea electoral; Alejandro Toledo, que pintaba para retornar, finalizó casi último, también luego de entregar el gobierno con escasa imagen positiva y en medio de escándalos de corrupción, que continúan y ahora también envuelven al ex presidente García (el de "Ay, Patría Mía..." de los '80, ¿recuerdan?). Sonreían, ellos, mientras afilaban el cuchillo para cortar el anticucho de corazón de res y rebanar también mis dudas. Es más simple, me decían, mientras realpolitikamente reconocían los logros económicos de Fujimori en un modelo neoliberal que hasta nuestros días continúa, mientras recordaban los TLC negociados por Toledo y luego aprovechados por García, mientras apuraban el chilcano sour y renegaban a la vez de Fujimori, Toledo, García y Humala. Es más simple: Ollanta está con los brasileños y Alan García con el establishment peruano, y hay muchos enojados por la guita que se están llevando las empresas brasileñas (y no, no crean amigos populistas que el apoyo de Brasil a Humala significa algo distinto a cuestiones comerciales -una salida al Pacífico- o energéticas -las hidroeléctricas que Brasil construye en el Perú, cercanas a las fronteras brazucas- porque se equivocarían). Es más simple, me explicaban, mientras debían reconocer que la justicia social les importa tres carajos y se quejaban del subsidio a las garrafas de gas que el interior peruano aprovecha con Humala.

Pero, todo lo anterior, ¿cómo se asimila a nuestro país? Bueno, en principio, Cristina enfrenta un panorama similar a Humala: no tiene reelección. Y los factores de poder en nuestro país, desde hace rato, lo saben y actúan (o dejan de actuar) en consecuencia. Luego, tenemos menor desigualdad pero mayor conflictividad social; aún así nadie serio propondría -al menos en términos de campaña- un viraje de 180° respecto al modelo kirchnerista -al que las balas le vienen entrando debido a errores propios y también forzados-. Ni siquiera el propio kirchnerismo, aunque el giro a la derecha, como debate, continúe en el terreno de la chicana entre iluminados (hasta el latinoamericanismo se encuentra algo freezado, debido a que las condiciones no son las expansivas de antaño). Se trata entonces todo esto, como debe ser, de una cuestión de representatividad y de apoyos. Poco claros aún ambos en nuestro país, que cuenta -no como el Perú- con el peronismo y su historia como factor de poder (entre otros, por supuesto) y también ordenador. Así, un candidato peronista puede representar una cosa, o un proyecto, o algunos apoyos, y otro representar a cosas, proyectos o apoyos distintos. Es claro, de todos modos, que los resquicios para mayores cuotas de autonomía política y económica se encuentran algo obturados, y el camino que emprendan las distintas corrientes políticas (o personales, o de apoyos) dependerán de muchos más factores que antaño. Es en ese sentido en que podemos trazar una analogía final: en 2007 y 2011 fue el peronismo kirchnerista quien delineó sus propias posibilidades. En 2015, como ocurre en el Perú, serán muchos más los factores que intervendrán en la pelea.

sábado, 4 de enero de 2014

Apuntes políticos peruanos 2014 en el exilio vacacional

Eneros familiares nos traen por estas tierras liberadas por San Martín y encorsetadas por TLCs, de tradiciones e historia pero también modernidad tardía y liberalismo económico. Puede ser, o ya es, dicen, el nuevo Chile latinoamericano. Para algunos puede sonar espantoso; a muchos peruanos con los que pude tratar les parece maravilloso. Contrastes marcados, un costo de vida importante, consumo para los ABC1 pero también consumo dirigido a los C2C3, etc. Poca conflictividad social en la metrópoli limeña, donde transporte y seguridad son las demandas más importantes. Y el diario El Comercio como voz cantante y personero de la elite económica, que cuando no es directamente transnacional, se referencia en algunas pocas familias tradicionales de ascendencia casi virreinal.

Breña, Lima, El Callao, distritos céntricos pero pobres. O de trabajo. Miraflores, San Isidro, La Molina, hacia el sur, ricos, turísticos y sede de empresas mineras, de servicios industriales, etc. Por donde circula el dinero grande que ingresa al país. O desde donde también egresa.
Lima, Arequipa en el sur del Perú, Piura y Trujillo al norte del país y Cusco como capital turística debido a Macchu Picchu son las ciudades más importantes.

Hace tiempo, antes de la segunda vuelta que colocaría en la Presidencia a Ollanta Humala, sostenía que aunque tuviera un pasado chavista, el líder del Partido Nacionalista no haría nada muy distinto, en términos económicos, a la entonces candidata Keiko, hija del Chino Fujimori. No me equivocaba. A poco de llegar al Gobierno perdía el apoyo del ala izquierda (y romántica) de su partido.
La historia política reciente señala Ollanta para que no retornara el fujimorismo (¡y por eso apoyado Humala por el mismísimo Vargas Llosa!), antes Alan García, del ex izquierdista APRA, para que no ganara Fujimori. Ambos, más Alejandro Toledo, a pesar del fantasma del que se beneficiaron en oposición, manteniendo a pies juntillas el destino neoliberal y de “realismo periférico" prefijado por Alberto Fujimori en los '90 peruanos, luego de unos '80 hiperinflacionarios. Historia Política Económica 101 de América Latina, sin embargo los peruanos con los que tuve el gusto de hablar reconocen poco de la influencia de los factores externos en el modelado del Perú. Tienden a pensar, antes, en términos ortodoxos de buena o mala gestión, de capacidad del primer mandatario para “enamorar" ya sea a los peruanos o a los capitales extranjeros. Una vez más, la responsabilidad de un Estado en un país en el que se pide menos Estado.

No existe reelección presidencial. Humala empuja a Nadine Heredia, la primera dama (sindicada como cerebro del gobierno), para no sufrir el síndrome del pato rengo a partir de la segunda mitad de su mandato que finalizará en 2016. Constitucionalmente, está inhibida. Conclusión: pasarán los presidentes pero el modelo no se toca. Conclusión 2: para el capitalismo globalizado, una democracia limitada es mejor que una democracia más... democrática. Conclusión 3: mucho del poder no reside en la clase política, que debió renunciar en parte a él como retorno del fujimorismo. Que no hizo más que cumplir con los mandatos superiores o supranacionales de la época. Contrastes y paradojas. O no.