lunes, 19 de marzo de 2012

Estado, corporaciones, capitalismo financiero, crisis

Anarchy in the world's finances!, podrían ¿cantar? hoy los Sex Pistols si quisieran ir contra el sistema realmente imperante. Kiss this!, podrían haberle dicho a Merrill Lynch si éste hubiera querido patrocinar alguna de sus últimas giras. Pero no hubiera sido una movida inteligente. Tampoco aceptar: con seguridad la banca se hubiera quedado con la parte del león mientras los Pistols sobrevivientes hubieran debido apechugar las pérdidas. ¿O no, Papademos? He ahí el dilema; por fuera del mercado globalizado monopolizado por las grandes corporaciones no hay nada. Y adentro también se sufre.

No hay dudas de que el capitalismo ha contribuido al progreso de las sociedades; más específicamente al mayor progreso de ciertos sectores sociales, de acuerdo a una distribución sesgada de la renta. En un primer momento fueron las naciones las que operaron globalmente; luego, de manera gradual, las corporaciones fueron ganando poder. Y desde que Fukuyama, luego de la caída del Muro, decretó el fin de la Historia, colocando a la economía liberal como eje de las relaciones humanas, el pensamiento único impidió cuestionar que el capital se hubiera convertido en un fin en sí mismo. La globalización permitió bajar el costo humano y maximizar la ganancia, manufacturar a precios chinos y venderte el nuevo smartphone como si hubiera sido fabricado por un ingeniero del MIT y no por un ex recolector de arroz.

Los estados nacionales no fueron un impedimento para que las corporaciones, plataformas indiscutibles hoy de la globalización, pudieran prosperar. Más bien el sustento. Y si no me creen, pregunten en Medio Oriente cómo les cascotean el rancho con aquello de la "democracia occidental" y liberal. El ex diputado Iglesias lo debe entender mejor, por supuesto, no dejen de preguntarle en twitter. Tampoco será el arrepentimiento de quienes son el another brick in the wall corporativo quienes actúen como diques de contención: hace poco un ejecutivo de Goldman Sachs, Greg Smith, renunció vía columna editorial en The New York Times. No critica el papel que la institución desempeña en las finanzas globales, no, sino que haya perdido de vista que lo más importante es el cliente y sus metas. Sí, mi corazón se llenó de ternura cuando leí la carta y corrí a abrazar a un osito de peluche que sobrevive a los tiempos. No importa. Lo importante es que renuncia porque el espíritu de la corporación cambió (¡oh!), y no menciona ni lateralmente el daño que sus negocios (o negociados) causaron, causan y causarán. Alguien podría acercarle esta nota de Eduardo Febbro en P/12: "...El banco de negocios norteamericano llenó sus arcas con un botín de 600 millones de euros (800 millones de dólares) cuando ayudó a Grecia a maquillar sus cuentas a fin de que este país llenara los requisitos para ingresar en el euro (...) El abanderado de la oligarquía financiera operó protegido por sólidas complicidades en el seno de las instituciones bancarias europeas y dentro del poder político, que hizo todo cuanto estuvo a su alcance para impedir las investigaciones...". A Greg Smith le hubiera bastado colocar una foto de Grecia, hoy, para que yo creyera que renuncia efectivamente por objeción de conciencia.

Ilustración que acompaña la renuncia de Smith en el New York Times...*
En los países desarrollados, entonces, las corporaciones mandan o, por lo menos, negocian desde posiciones de mayor poder con el estado. Las finanzas mundiales son digitadas por un pequeño grupo de empresas que, como bien nos explica el buenazo de Greg, se dedican a esquilmar a sus clientes y, como nos explica Febbro, a rapiñar a países enteros. En Latinoamérica, como consecuencia de la fiebre neoliberal que vivimos desde fines de los '80 y durante los años '90, llegaron al poder formal gobiernos que recolocaron, en mayor o menor medida, al Estado en el centro de la disputa. Sabemos por experiencia entonces que los únicos actores globales con posibilidades de moderar la codicia corporativa y al capital financiero son los Estados nacionales. Sabemos también que no existe nación, hoy, que no se desarrolle dentro de una economía mixta, en la que Mercado y Estado son los extremos de una balanza en constante equilibrio dinámico. Pretender que esta se incline absolutamente en una u otra dirección es una distopía, ofertada como utopía por el liberalismo, que dice pretender una economía libre para configurar finalmente una dirigida exclusivamente por el capital financiero y en beneficio de las clases dominantes únicamente (he ahí una de las razones del odio al populismo burgués: le aumenta los costos al capital). Entonces, si alguna conclusión debe extraerse de la crisis que afecta en estos tiempos a los países desarrollados es que corporaciones y capitalismo financiero deben ser controlados por los Estados debido a las catástrofes sociales que provocan. Estos últimos deben fortalecerse, y controlar resortes estratégicos como energía, política monetaria, aspectos sociales como salud y educación si no quieren quedar a merced de las primeras porque, en definitiva, esta discusión no trata de algo distinto al ordenamiento de la vida en sociedad. Se trata de encontrar un mejor equilibrio que el actual entre la mano invisible del mercado y la mano visible de los estados. Es decir, un nuevo equilibrio de Poder entre élites y pueblo, a través de sus representantes.

* Imagen: Victor Kerlow, TNYT

10 pusieron huevos y comentaron:

Daniel dijo...

Justo, en lo que venía meditando ayer.
Impecable post, Ricardo.

Unknown dijo...

Y no, el fin de la historia sólo vendrá cuando se extinga la humanidad toda.
Pero pareciera que toca el fin de las posibilidades de un capitalismo no salvaje, viendo como se devora países que antes hubieran parecido candidatos a ser los beneficiados y no las víctimas del sistema. Eso no significa saber como puede ser la opción o si la hay, es un mero vistazo a lo que ocurre en ese mundo del cual algunos creían que estábamos aislados...

Daniela Godoy dijo...

Ricardo, qué alegría leerte seguido ahora. Se te extrañába.
Coincido plenamente, no hay afuera, y el tema del fin de la historia es la versión distorsionada de otra cosa de la que sí hay que tomar nota, me parece: el fin de los relatos totalizantes, de acuerdo a los cuales, por ejemplo, caído el muro, chau al socialismo o a concepciones materialistas. En todo caso, abrirse a pensar en lo que hay que crear y tratar de utilizar nuevos marcos conceptuales para pensar lo que nos acontece, sin abandonar la posibilidad de tomar otros rumbos contra el pensamiento único.
Aqui como en otros lares sojuzgados, el Estado es el árbitro y la trinchera. Como en la política, si los partidos adolecen de una crisis de representación, no quiere decir que no haya nuevas articulaciones y maneras de resistir y alterar las balanzas.
Frente a lo que se desata en el mundo, hay análisis que no pueden soslayarse, y pensando en lo que podemos potenciar con la apuesta a las empresas mixtas, en el marco de un modelo regional que juegue las reglas del juego global pero con sus propias cartas, podemos estar firmes en el rumbo de lo iniciado en 2003.
Y si lo tachan despectivamente de "populismo", el problema es de miopía ajena. El desafío está en marcha y nos tenemos que comprometer a sostenerlo.
Abrazo

Sujeto dijo...

Hola Ricardo,
Excelente post. Hace un rato, en el post de Daniel, que tiene muchos puntos en común con el tuyo, comentaba que "la ciencia económica" en tanto saber riguroso, metolodógico, formalizado, se sigue presentando bajo la máscara del neoliberalismo, y que, de acuerdo a lo que le escuché hace algunos meses a Wierzba en Carta Abierta, se sigue repoplicando con mucha fuerza en Económicas de la UBA. Ojo con esto, si se siguen formando profesionales con esa matriz de pensamiento...
Abrazo

Ricardo dijo...

Daniel: gracias. Como dice Sujeto, hay varios puntos en común. Es que las great minds... je.

Iris: tal cual. Ocurre que está bárbaro decretar el final del partido cuando vas ganando. Lástima que después a uno le rebota la pelota mal, otro mete un gol en contra, el contrario te clava dos cabezazos en el área y tambalean los PIGS, se cae Lehman Brothers, etc.

Ricardo dijo...

Daniela: es muy interesante lo que decís, porque cuando estaba escribiendo me quedó algo así en el tintero. Pensaba en esa concepción de que la Derecha quiere menos Estado y no, no es así, quiere un Estado que le permita a los privados mayor laxitud pero, a la vez, tiene que ser más duro con todos aquellos excluídos que buscarán cómo defenderse de un sistema más injusto. Así que se entiende perfectamente lo que decís de Estado como árbitro y trinchera.
Gracias.

Sujeto: y... después Boudou dice que tienen que enseñar más Keynes y todos se vuelven locos.
Hay que entender, o por lo menos yo lo entiendo así: la economía es una ciencia social antes que una exacta.

Abrazos.

Unknown dijo...

La macroeconomía es una ciencia dudosa, la microeconomía, una farsa.

Ricardo dijo...

¿Ajá?

profquesada dijo...

Brillantísimo post Ricardo, para recordar y coleccionar de una didáctica impresionante. Un placer leerlo.
Un abrazo

Ricardo dijo...

Muchas gracias, profe.

Un abrazo.